Los alimentos en las escuelas: factor crítico

20 octubre 2008. Los alimentos que se venden al interior de las escuelas son un factor clave en la epidemia de sobrepeso y obesidad que viven los menores en México. Al hecho de que la actividad física se ha reducido a su mínima expresión y a que muchas escuelas ofrecen hasta 5 oportunidades para comer se suma la ínfima calidad de los alimentos que venden las cooperativas escolares.

En este punto coincidieron investigadores, maestros y autoridades educativas, durante el Foro Alimentos y Obesidad en las Escuelas del DF, organizado por El Poder del Consumidor y la Secretaría de Educación del DF. En este espacio se presentaron estudios que demuestran que es posible revertir los hábitos de consumo en los centros escolares, ofrecer alimentos saludables a bajo costo y reducir los problemas de sobrepeso entre los estudiantes. Además, se anunció una ley que regulará los alimentos en las escuelas.

El sabor de la nutrición
El nutriólogo José Hernández Ramírez describió un estudio realizado en la zona escolar 30 (DF), donde antes de ir a la escuela el 80% de los niños desayuna productos con altas concentraciones de azúcar y grasa. Este tipo de consumo continúa en los planteles. Por ello se realizó una prueba piloto en la Secundaria Vespertina 18, donde 40% de los alumnos presentan sobrepeso y 30% más padecen obesidad. Durante un mes ofrecieron productos nutricionales de bajo costo, como hamburguesas de soya, baguetes de pavo, molletes, esquites, pizzas y tamales de harina integral, amaranto, fruta y brochetas de fresa confitadas.

Esa experiencia derribó varias de los argumentos que defienden la presencia de la comida chatarra en las escuelas, pues hubo una elevada aceptación entre los estudiantes y las ventas nunca disminuyeron.

En ese sentido, la maestra Frinné Ramírez Colmenares, inspectora de esa zona escolar, cuestionó que las cooperativas escolares hayan sido concesionadas a particulares (“tenemos que buscar otras formas de obtener fondos”) y la ausencia de profesionales de la salud como nutriólogos, médicos e investigadores en la definición de los alimentos que se ofrece en los planteles.

Modificando pautas de conducta
Por su parte, Laura Irizarry Figueroa, del Instituto Nacional de Salud Pública, señaló que un equipo de investigadores estudiaron 26 escuelas del sur del DF y encontraron que los alumnos tenían hasta 5 oportunidades para comer en la escuela, que los desayunos escolares eran altos en calorías, que no había bebederos de agua potable y que los estudiantes sólo tenían 9 minutos a la semana de actividad física vigorosa.

Con las autoridades escolares, aumentaron la disponibilidad de frutas y verduras, redujeron las oportunidades para comer, instalaron un garrafón de agua en cada salón, incrementaron la actividad física y desarrollaron un programa de educación nutricional. Así, el consumo de comida y bebidas chatarra se redujo a sólo 24%.

Propuesta de ley
El secretario de Educación del DF, Axel Didriksson, consideró crítico lo que ha ocurrido en las escuelas en los últimos 20 años. Se suponía, dijo, que deberían ser un espacio para la formación ciudadana, el desarrollo del carácter, para una pedagogía activa, un espacio crítico puntal del ejercicio ciudadano, plataforma y base para una sociedad distinta. En cambio, se han transformado en sitios de violencia, con alumnos que no entienden lo que leen, en espacios que producen obesos.

Por ello, anunció que en breve se presentará una iniciativa de ley para regular en el DF la dieta escolar y los alimentos que se venden en las cooperativas escolares. “Nosotros no tenemos compromisos con trasnacionales de alimentos, los tendremos con las cooperativas que ofrezcan salud y beneficios colectivos”, señaló.

Esta ley irá acompañada de una campaña de difusión que promoverá la educación nutricional pues, dijo, “debemos actuar de inmediato, hacernos cargo en forma integral de las nuevas generaciones”.

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