Que salgan Coca Cola y Pepsico de las escuelas
27 febrero 2008. Las “Recomendaciones sobre el Consumo de Bebidas para una Vida Saludable”, elaboradas por la Secretaría de Salud, no dejan lugar a dudas: las campañas “Movimiento Bienestar” de Coca Cola y “Vive Saludable” de Pepsico deben salir de las escuelas y de los municipios marginados del país.
En sus Recomendaciones, la Secretaría de Salud no incluye el consumo de refrescos embotellados por ser la bebida con mayor dosis de calorías, lo cual los convierte en una de las principales causas de la epidemia de obesidad que vive la población mexicana; además, considera riesgoso que los niños ingieran bebidas light. En contraparte, propone aumentar el consumo de frutas, aunque advierte que con el jugo natural ocurre una asimilación inmediata de los azúcares al carecer de la fibra de la fruta; por ello, sugiere no consumir más de 125 ml de jugo natural al día.
Lo anterior confirma los señalamientos de El Poder del Consumidor en el sentido de que es necesario sacar de las escuelas los refrescos embotellados y la comida chatarra. Como hemos señalado, el programa “Movimiento Bienestar” de Coca Cola (lanzado el 27 de septiembre de 2007) no busca beneficiar a los niños, como dice la publicidad, sino dominar ese sector de mercado y así lo reconoce la empresa en un documento que nuestra organización envió a la Secretaría de Educación Pública. Lo mismo ocurre con el programa “Vive Saludable” de Pepsico (Gamesa-Quaker, Gatorade, Pepsi, Sabritas y Sonric’s), lanzado unos días antes en las escuelas.
Ya que ambos programas han contado con el respaldo de la Secretaría de Educación Pública y cada uno pretende llegar a un millón de niños, El Poder del Consumidor se sumó a la Campaña Global contra los Refrescos (Global Dump Soft Drink Campaign), que propone detener toda la publicidad dirigida a menores de 16 años de refrescos y bebidas endulzadas, prohibir la venta de estos productos en las escuelas, impedir el patrocinio por parte de estas marcas de cualquier tipo de actividad al interior de las escuelas y, en contraparte, promocionar el consumo de agua.
Ahora la Secretaría de Salud reconoce el impacto negativo de la publicidad de comida chatarra sobre los niños, la necesidad de establecer un etiquetado que en verdad oriente a los consumidores, el efecto nocivo de los refrescos y la necesidad de que las escuelas cuenten con bebederos de agua potable, pero esto debe transformase en políticas públicas en vez de sólo ser un argumento para convencer a las empresas de que se “autorregulen”, pues esto no funciona y así ha quedado demostrado en Estados Unidos, donde intentaron este procedimiento.
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