Granjas Carroll y la epidemia en México
Artículo de Miguel Ángel Granados Chapa
El primer caso confirmado de influenza A H1N1 fue el de Édgar Hernández, un niño de 5 años que vive -porque sobrevivió al ataque del virus- en La Gloria. Hace un mes exactamente, el 1o. de abril, presentó síntomas parecidos a los de una infección respiratoria aguda que en las semanas recientes había afectado a sus vecinos del propio poblado perteneciente al municipio de Perote, en Veracruz. Al día siguiente, la empresa verificadora Veratect reportó, desde ese mismo lugar, a la Organización Panamericana de la Salud la aparición de un virus desconocido que después sería identificado como el de esa enfermedad que ha adquirido ya el rango de pandemia.
Aunque pocos días después, el 4 de abril, se produjo en Oaxaca el que resultó ser el segundo caso confirmado de influenza A H1N1 en México, en la persona de una empleada del SAT que falleció, varias indicaciones apuntan a que fue La Gloria el lugar donde el virus de esa nueva modalidad de la gripe pasó de animales a seres humanos. Uno de esos indicios es el funcionamiento en La Gloria misma, y en otras comunidades próximas, de la empresa Granjas Carroll de México.
Notablemente, el doctor Miguel Ángel Lezana, director general de vigilancia epidemiológica y control de enfermedades de la Secretaría de Salud (uno de los dos voceros designados el martes por el secretario Córdova Villalobos), no reparó en esa proximidad al aventurar una explicación de por qué habría surgido en La Gloria el virus que tanto estremece a los mexicanos. Dijo que la zona es expulsora de migrantes que vuelven a su lugar de origen en la Semana Santa, y que en ese mismo lapso hubo quienes vacacionaron en la comarca, y que unos y otros podrían haber llevado consigo el virus. Y aun conjeturó que el clima podría ser la causa del surgimiento del mal. (Por cierto que Lezana ha adquirido relevancia internacional porque dijo al diario español El País que no usa cubrebocas porque es ineficaz, pero que se ha repartido por millones a «la gente» porque así se siente más segura).
El brote de neumonía, o de una infección respiratoria semejante, afectó en marzo a unas 400 personas (un número altísimo teniendo en cuenta que en La Gloria viven 3 mil habitantes) y causó la muerte de dos niños. Ése es otro indicador de que probablemente allí se gestó la malandanza que ahora nos afecta de tantos modos. Y es que, según algunos lugareños, la comarca está inficionada por la operación de la empresa Granjas Carroll de México, SA, que es propietaria de 16 establecimientos ubicados en municipios de Veracruz y Puebla, en comunidades como La Gloria misma, Xaltepec, El Águila, Achichica, Chichicuautla, Maravillas, etcétera.
Carroll es una marca muy conocida en el mercado de carne de cerdo en Estados Unidos, recientemente adquirida por Smithfield Foods, una empresa que toma su nombre de ese condado en Virginia. Como ha sucedido en otras industrias, las dificultades crecientes de Smithfield para operar en aquel estado de la Unión Americana la condujeron a buscar un socio mexicano para ampliar sus actividades. En los condados de Isle of Wight, Sussex y Southampton ha tenido que pagar altas indemnizaciones a comunidades afectadas por el abuso del agua o el manejo de sus desechos industriales. De modo que le vino bien asociarse con Agroindustrias Unidas de México, SA de CV. Esta empresa, de larga trayectoria en ese sector de la economía nacional (comenzó en 1948 en el mercado algodonero, y hoy se mueve intensamente en el de café, cacao y otros granos), tiene al parecer buenas relaciones políticas. Al menos queda el registro de que aportó medio millón de pesos, en octubre pasado, a una de las iniciativas propagandísticas del gobernador de Veracruz, la que se llama Fidelidad Forestal.
De la asociación de Smithfield y AUMSA surgió Granjas Carroll, que a partir de los 56 mil vientres que cría y procesa en sus fincas produce un millón de kilos de carne de cerdo, la décima parte del consumo mexicano. Ubicaron en el municipio de Perote su centro de operaciones y resistieron la presión de los pobladores contrarios a sus procedimientos de fabricación, especialmente las «lagunas de oxidación», una suerte de enormes bateas con fondo de arcilla donde se depositan los detritus de la piara que crece en cada granja. La exposición al aire del excremento porcino lo elimina, aunque genera un hedor que molesta a los vecinos y, más gravemente aun, libera gérmenes que no pocos habitantes de La Gloria consideran dañinos para la salud.
Para protestar por eso, vecinos de esa localidad pretendieron el retiro de algunas granjas o que se sometieran a la legislación ambiental. Se movilizaron más de una vez, entorpecieron (que no interrumpieron) el tránsito entre Achichica y Perote, y pretendieron comprobar el mal manejo, amontonados en carretillas, de cerdos muertos por enfermedad o aplastados por riñas en las zahúrdas. En connivencia (seguramente unidos en el propósito de asegurar las fuentes de trabajo en el estado, objetivo digno de seguimiento si se completara con la adjetivación de que respeten la ley) la empresa y las autoridades iniciaron en 2006 una persecución contra los líderes de quienes protestan. Uno de ellos, Guadalupe Serrano, fue detenido con engaños de la autoridad municipal de Perote y está sometido a proceso por ataques a las vías generales de comunicación. En cambio, la Profepa permite a Granjas Carroll que se practique voluntariamente su auditoría ambiental.
(Artículo titulado: La Gloria, o el infierno, publicado por Miguel Ángel Granados Chapa en el diario Reforma, el 1 de mayo de 2009).