¿Abortada la regulación de alimentos en escuelas?

Gracias a la intervención de último momento de la Secretaría de Economía, a través de la dinámica pareja conformada por el secretario Bruno Ferrari y su activa pro-empresarial subsecretaria, Lorenza Martínez, el proyecto de regulación de alimentos en las escuelas se ha convertido en un aborto químico que amenaza la salud de los niños. La promesa de una escuela sin comida chatarra, con la promoción de frutas y verduras, y de agua como forma de hidratación, ha muerto, para ser sustituida por una escuela donde la comida chatarra prevalece y se introducen bebidas endulzadas con edulcorantes químicos artificiales no calóricos como el aspartame y el acelsufame K. Edulcorantes prohibidos para las bebidas en las escuelas de educación básica en los Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, España y Nueva Zelanda.

Los niños y las niñas se verán expuestos a los aditivos artificiales más denunciados y controvertidos por sus riesgos en salud. Entre los cerca de 20,000 aditivos que la industria ha introducido en los alimentos que consumimos, los edulcorantes artificiales no calóricos son los que más denuncias han recibido ante la Food and Drug Administration (FDA) y los que mayor controversia científica han generado, por sus posibles efectos en salud.

El más utilizado de los edulcorantes artificiales no calóricos y que los niños de nuestro país comenzarán a consumir de manera regular a partir del próximo ciclo escolar, es el aspartame, el aditivo químico en alimentos más cuestionado. La aprobación del aspartame estuvo sumida en escándalos y coerción en la FDA.

En los primeros estudios realizados para la empresa Searle sobre el aspartame, el Dr. Harold Waisman administró este producto mezclado con leche a siete monos, uno de ellos murió y otros cinco presentaron convulsiones y daños neuronales. Por su parte, el Dr. John Olney encontró que el acido aspártico, uno de los principales ingredientes del aspartame, causa daños en el cerebro a los monos pequeños. Esto fue confirmado por los propios científicos de Searle, propietaria de la patente del Aspartame, sin embargo, nunca entregaron esta información a la FDA. Varios especialistas, como el toxicólogo de la FDA, el Dr. Adrian Gross, vincularon el alto incremento de tumores cerebrales que se inició en la segunda mitad de los años ochenta, con la aprobación del aspartame.

La empresa Searle entregó a la FDA más de 100 estudios que este organismo, a través de un profundo análisis conocido “Reporte Bressler”, calificó como engañosos, inconsistentes y que ocultaban información. La FDA actuó penalmente contra Searle y no le dio la autorización solicitada, ésta se resolvió de manera política, no científica. El aspartame se aprobó gracias a la entrada a Searle de Donald Rumsfeld como director ejecutivo. Con la llegada de su amigo Ronald Reagan, a la presidencia, todo se resolvió. Al día siguiente de llegar a la Casa Blanca, Reagan quitó poderes a la FDA y nombró otro comisionado para esa agencia, el Dr. Hayes. El nuevo comisionado realizó los cambios necesarios en el comité de evaluación del aspartame y este edulcorante fue aprobado. El comisionado Hayes, al dejar la FDA entró como asesor científico de Searle ganando mil dólares al día.

A pesar de las presiones, el Centro para el Control de Enfermedades y el Instituto de Medicina de la Academia de Ciencias de los EUA han establecido, como lo ha hecho el Instituto de Salud Pública de México, que no deben comercializarse bebidas con edulcorantes artificiales no calóricos entre los estudiantes de primaria y secundaria.

La introducción de bebidas con aspartame y otros edulcorantes artificiales a las escuelas, a un mercado y una población donde estos productos no se encontraban, va en contra de la opinión de los especialistas, es una decisión del secretario de Economía y su subsecretaria, es una decisión política vinculada a fuertes intereses económicos, una decisión que pone en riesgo la salud de la infancia en México.

Alejandro Calvillo U.