El debut de Bruno Ferrari y la salud de los niños

La propuesta de regulación de los alimentos y bebidas al interior de las escuelas fue el resultado de un trabajo intenso de los institutos de salud pública de México, que tomaron como base las regulaciones implementadas en otros países, las recomendaciones de la OMS, las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición, la Encuesta Nacional de Salud en Escolares, así como numerosas investigaciones realizadas en el ambiente escolar. El esfuerzo de años de trabajo de los mejores especialistas del país en salud pública, de golpe, es destruido por la Secretaría de Economía, dejando nuevamente a los niños indefensos frente al ambiente obesigénico escolar, un ambiente productor de niños y niñas con sobrepeso y obesidad.

Bruno Ferrari y su subsecretaria de industria y comercio, Lorenza Martínez, se han encargado, al servicio de las empresas, de darle el golpe final a la regulación propuesta. Se espera que la SEP y SS entreguen hoy la versión final, el cadáver de la regulación original, a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria para que ésta elabore su dictamen final y se publique de inmediato en el Diario Oficial de la Federación.

La regulación ha sufrido varios embates por parte de las empresas, desde antes de su presentación la densidad calórica se aumentó de 350 a 450 kilocalorías por 100 gramos, lo que permitiría la entrada de una parte importante de la comida chatarra. El segundo embate fue la modificación que sufrió el proyecto de regulación en la versión que fue entregada a COFEMER, desapareciendo los listados de alimentos no autorizados en las escuelas. El tercer embate fue el de COFEMER con su dictamen preliminar, en el que retomó los comentarios de las empresas y las convirtió en sus recomendaciones para la SEP y SS. Estas recomendaciones, de aplicarse, acabarían con la regulación, la dejarían sin sentido.

El golpe final a la regulación lo ha dado la Secretaría de Economía de Bruno Ferrari y su subsecretaria Lorenza Martínez. Sin tener que ver en el proceso, se han impuesto sobre la SEP y SS para sacar de los lineamientos el criterio de densidad calórica permitiendo así que cualquier producto sea comercializado al interior de las escuelas. Ferrari y Martínez, al servicio de Coca Cola, también han modificado la regulación para permitir la comercialización de bebidas “light” con edulcorantes artificiales no calóricos, entre los menores. Con toda la incertidumbre científica existente sobre el efecto que el consumo regular de estos edulcorantes pueden provocar en edad temprana, se pretende introducir estos productos entre los escolares. Destaca que el propio marketing de estos productos está desarrollado para jóvenes y adultos y ahora se pretende introducirlos a menores en las escuelas.

En el país de origen de Coca Cola y Pepsico, los Estados Unidos, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y el Instituto de Medicina (IOM) establecieron que las bebidas con edulcorantes artificiales no calóricos sólo fueran permitidas en escuelas de nivel medio superior y sólo después de que el horario escolar ha finalizado. Señalan que no existen estudios sobre los efectos potenciales de estas sustancias cuando son consumidos por varios años, iniciando desde la niñez. En Canadá, Nueva Zelanda, el Reino Unido y España se ha prohibido la venta de bebidas con edulcorantes artificiales no calóricos en las escuelas de educación básica, igualmente, por riesgos en salud.

Todas las políticas de combate a la epidemia de sobrepeso y obesidad, así como la regulación que se había propuesto, se dirigen a reeducar el paladar de los niños hacia los alimentos naturales: las frutas, las verduras y los cereales integrales, así como a habituarlos a hidratarse con agua. Sin embargo, nada de esto ocurrirá con bebidas light y la comida chatarra en las cooperativas escolares. No existe un estado fuerte para imponer la regulación, como el español que hace dos sacó los refrescos y las bebidas “light” de las escuelas. Protestaron las empresas y ahí quedó. Lo que vemos en México es un estado débil, al servicio de los intereses particulares, especialista en dejar que los problemas se conviertan en catástrofes, como la que nos ocurre en salud.

Sería tan sencillo como que el Secretario de Salud expidiera una norma de emergencia, lo amerita, para regular los alimentos y bebidas en las escuelas. La norma de emergencia no requiere ningún tipo de consulta, se impone por un bien mayor.

Alejandro Calvillo Unna