Davos: ¿malas noticias?

4 febrero, 2014 | : Salud, Salud nutricional

• En 2012, el entonces presidente Calderón anunció en Davos la inversión de 1 mil millones de dólares en México de la empresa Coca-Cola para ese año, de un total de 5 mil millones que invertiría en un periodo de cinco años.

• Ahora en 2014, el presidente Peña Nieto anunció la inversión de $5 mil millones de pesos de Pepsico y de $1 mil millones de pesos de Nestlé.

• ¿Serán buenas noticias para la salud de la población con uno de los mayores consumos de comida chatarra y refrescos en el mundo, así como uno de los índices más altos de sobrepeso, obesidad y diabetes?

4 febrero 2014. Se ha vuelto tradición que en los encuentros en Davos el presidente mexicano en turno anuncie inversiones multimillonarias de grandes empresas trasnacionales de la mano de los CEOs de estas empresas, como lo hizo hace unos días el presidente Peña Nieto. Pero debemos hacernos la pregunta: ¿toda inversión es una buena inversión? Hay inversiones que, sin duda, agudizan los problemas del país.

El 28 de enero de 2012, el entonces presidente Calderón anunció la inversión de 1 mil millones de dólares en México de la empresa Coca-Cola para ese año de un total de 5 mil millones que invertiría en un periodo de cinco años.

De la mano del presidente y CEO de Coca-Cola, Calderón dio la bienvenida a esa inversión que se centraría, entre otros rubros, en compra de equipo y mercadotecnia.

Sin duda, esa inversión profundizaría lo que Oliver de Schutter, Relator Especial de Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación, señaló como la Coca-Colinización de nuestro país.

En ningún país de América Latina Coca-Cola tiene una penetración publicitaria, a través de diversas estrategias de marketing, como la tiene en México, seguida de Chile. No es una coincidencia que estos países tengan el mayor consumo de refrescos en el mundo y sufran de muy altos índices de obesidad.

La mercadotecnia de esta compañía, área en la que se centraría parte de la inversión, se enfoca principalmente en su bebida clásica Coca-Cola, cuyo consumo en México es el más alto en el mundo, consumo que se asocia con el incremento del sobrepeso, obesidad y diabetes.

De hecho, desde 2010 la Organización Mundial de la Salud ha reconocido el impacto en la salud y en la epidemia de obesidad de la publicidad de estos productos, especialmente la que se dirige a los niños. Basta ver la publicidad navideña de Coca-Cola para darse cuenta cuál es su principal público meta. ¿Qué beneficio traen al país estas inversiones?, ¿no se trata más bien de agudizar problemas?

Hace unos días, el 24 de enero de 2014, siguiendo esta tradición, el presidente Peña Nieto anunció la inversión de $5 mil millones de pesos por parte de la empresa Pepsico y de $1 mil millones de pesos por parte de Nestlé. ¿Serán buenas noticias para la salud y nutrición del país que tiene uno de los mayores consumos de comida chatarra y refrescos en el mundo, para el país con uno de los índices más altos de sobrepeso, obesidad infantil y de muerte por diabetes?

Llama la atención que en varias ocasiones las inversiones anunciadas por nuestros presidentes en Davos son de inversiones de la industria productora de refrescos y comida chatarra: ¿tiene esta situación relación con nuestro estado de salud?

Para evaluar el impacto de estas inversiones hay que considerar el papel que estas empresas juegan en el contexto internacional y nacional en materia de nutrición.

Tomemos el caso de Nestlé. Esta empresa tiene un fuerte impacto en el mercado de la alimentación infantil y de cereales en nuestro país. Sus productos, como sucedáneos de leche materna y alimentos para bebés, tiene una gran penetración en el mercado nacional. México es el segundo mercado de Nestlé en América Latina, es posible que en términos per cápita sea el mayor.

Nestlé ha sido denunciada internacionalmente por realizar prácticas de mercadotecnia dirigidas a desplazar la lactancia materna, promoviendo el consumo de sus sucedáneos de leche materna. Tal vez no sea una coincidencia la fuerte presencia de Nestlé en nuestro país y que la lactancia materna en México sea la más baja en todo América Latina.

Esta empresa, junto con Kellog´s, domina el mercado de “cereales”, comercializando y publicitando marcas dirigidas a los niños con muy altos contenidos de azúcar y sodio, y muy bajos contenidos de fibra.

Escribo “cereales” entre comillas para referirme a estos productos, ya que sus fórmulas son similares a las de galletas industrializadas y no deberían llamarse cereales. Es decir, están elaborados con base en harinas refinadas y su segundo ingrediente es azúcar, varios de ellos con colorantes artificiales que han sido identificados como generadores de hiperactividad y déficit de atención en el Reino Unido.

Los cereales azucarados dirigidos a los niños son los que más publicidad tienen en las barras infantiles de televisión y con fuertes campañas en internet reforzadas con videojuegos con base en sus productos.

El Instituto de Medicina de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos señala que desde muy temprana edad se generar los hábitos a ciertos sabores. La evidencia científica es cada vez más contundente en afirmar que la adicción a los productos y bebidas altos en azúcares se puede generar desde temprana edad y esto se está dando a través de productos elaborados por empresas como Nestlé y Kellogg’s. La Organización Mundial de la Salud recomienda que no se agregue azúcar o sal a los alimentos de los niños en sus primeros años de desarrollo.

En el 2013, El Poder del Consumidor realizó un análisis de las fórmulas de los productos dirigidos a los niños pequeños, encontrando alta presencia de compuestos que no son recomendables para ellos, especialmente azúcar (“La alimentación industrializada del lactante y el niño pequeño. El nuevo meganegocio> ver y descargar).

Por ejemplo, Nestlé a través de sus productos ‘Gerber’ introduce el gusto por los alimentos azucarados desde los seis meses de edad, que es justo la edad en la que se recomienda que los bebés comiencen a ingerir otros alimentos además de la leche materna. No sólo se trata de los cereales que elabora especialmente para esta etapa sino también los que añade en las papillas. No sólo se añade azúcar a las papillas con frutas sino incluso a las papillas de verduras.

Es muy fácil demostrar el impacto que esto significa sobre los hábitos de los bebés. Si al bebé se le comienzan a dar papillas de verduras antes que de frutas, como recomiendan los pediatras informados, y si estas papillas son procesadas y con azúcar añadida será muy difícil que el pequeño acepte una papilla natural, elaborada en casa sin azúcar.

En Davos se anunció que Nestlé invertiría en México en producción de cereales y alimentos para bebés. Nos preguntamos si estas son buenas noticias. Pensamos que, por el contrario, son malas para la salud de la población. ¿No sería mejor que los niños desayunaran avena o amaranto? La avena cuesta la mitad que estos cereales procesados y tiene enormes cualidades, no digamos el amaranto, un cereal de nuestra región, considerado uno de los más nutritivos en el mundo.

En torno a Pepsico no se indica el destino de las inversiones, pero nos ponemos imaginar el impacto de una mayor inversión en sus bebidas, en su portafolio de Sabritas y en Sonric´s.

Esperemos que los impuestos a estos productos tengan un impacto y estas empresas reformulen sus productos. Sin embargo, no hay mejor opción para una alimentación saludable que los que recomiendan la Organización Mundial de la Salud: alimentos naturales, frutas, verduras y cereales integrales, y una hidratación con base en agua simple.

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Artículo de Alejandro Calvillo, Director de El Poder del Consumidor, publicado originalmente en SinEmbargo.mx > ir

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