La calidad del aire como política «virtual»
4 diciembre 2012. El domingo 11 de noviembre, un denso coctel de contaminantes atmosféricos se concentró rápidamente en el Valle de México para ser inhalado hora tras hora por millones de personas, que no recibieron un aviso oportuno de cómo se iba agravando la situación. Si no fuera porque después de las 18:00 horas los medios comenzaron a reportar la activación de la fase de “Precontingencia ambiental”, habría sido otro de tantos días con mala calidad del aire pero sin información al respecto.
Sólo quienes entraron a la página web del Sistema de Monitoreo Atmosférico (Simat) pudieron enterarse de lo que sucedía, ya que incluso la cuenta en Twitter del Simat enviaba mensajes poco específicos.
Si bien el Simat había pronosticado que el domingo solamente habría ocho horas de aire limpio (de 7:00 a 11:00 horas y de 20:00 a 22:00 horas), desde la primera hora del día hubo señales de que la contaminación sería peor de lo previsto. No sólo no hubo aire limpio, pues la calidad del aire inició como “Regular”, es decir, por arriba de 50 puntos Imeca, sino que a las 9:00 horas pasó a “Mala”, cuando rebasó los 100 puntos Imeca. Pese a esto, no hubo avisos a la población para que protegiera su salud, especialmente la de niños y niñas, adultos mayores y personas con afecciones respiratorias, quienes conforman los numerosos grupos “vulnerables”, a quienes debería proteger en forma especial un gobierno que se precie de ser igualitario o al menos justo.
Por el contrario, ni siquiera fue suspendida la “Edición 215 del Paseo Dominical Muévete en Bici” sobre Paseo de la Reforma, una actividad física que contradice cualquier criterio de protección a la población en tales condiciones de contaminación atmosférica.
Al avanzar la mañana, la mala calidad del aire siguió empeorando. A las 14:00 horas ya combinaba altas concentraciones de ozono con partículas menores de 10 micras (PM10). A las 15:00 horas representaba el triple del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Fue previsible que a las 16:00 horas las concentraciones superaran los 150 Imeca. Es inaceptable haber mantenido a la población expuesta a crecientes concentraciones de contaminantes desde temprana hora sin enviar mensajes de alerta que llegaran a nivel de calle.
Al declarar la Precontingencia ambiental, las autoridades atribuyeron el problema a “un sistema de alta presión que se combinó con una inversión térmica que propició estabilidad atmosférica y viento débil que ha impedido la dispersión de contaminantes”.
No se mencionó que el Simat había pronosticado –con precisión– un pico de mala calidad del aire entre las 15:00 y las 17:00 horas, con concentraciones de ozono de hasta 160 puntos Imeca.
Tales diagnósticos deberían haber motivado a las autoridades para prevenir a la población y conminarla a usar lo menos posible el coche, toda vez que el Inventario de Emisiones Contaminantes 2008 atribuye a los automotores la mayor generación de los contaminantes y gases tóxicos que predominan en las ciudades.
En teoría, el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (Imeca) fue creado con la intención de reportar las concentraciones de contaminantes de una manera más entendible por la población. Lo que ha ocurrido en los últimos años demuestra la urgente necesidad de hacer más riguroso y efectivo este sistema, para que la gente pueda proteger su salud.
Con ese objetivo se ha propuesto:
a) difundir el Imeca cada veinte minutos, para que tenga una utilidad preventiva,
b) que el Imeca sea difundido con carácter precautorio al nivel de barrio o colonia, de acuerdo con la ubicación de las estaciones de monitoreo del Simat,
c) considerar los parámetros que recomienda la Organización Mundial de la Salud, pues los estándares mexicanos están de 50% a 160% por arriba de los parámetros que recomienda la OMS para ozono y micropartículas (PM10 y PM2.5).
Si bien las plataformas tecnológicas son un complemento valioso, no pueden reemplazar las acciones a nivel de calle y en espacios públicos (recordemos que en la década de 1990 fueron instaladas pantallas electrónicas en puntos estratégicos del Valle de México que informaban el estado de la contaminación, mismas que luego fueron retiradas, como si el problema ya estuviera resuelto).
Los gobiernos no pueden renunciar a su obligación de proteger de manera efectiva la salud de la población. Pretender sacar las políticas públicas de las calles e instalarlas en sitios web, en redes sociales y –cuando no hay más remedio– en los medios de comunicación es la mejor manera de alejarlas de la población en general, de simular un enfoque masivo pero decantándose por una minoría “conectada”, de restringirles precisamente su carácter “público”.
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Artículo de Alejandro Calvillo, nuestro director de El Poder del Consumidor, con la colaboración de Gerardo Moncada, nuestro director de Transporte Eficiente y Calidad del Aire, publicado en EmeEquis > ir