Advierten expertos daños a la salud por consumir refrescos
• Actualmente, 67% del endulzante calórico contenido en los refrescos que se consumen en nuestro país es jarabe de maíz de alta fructuosa y sólo 33% es azúcar de caña.
• En las etiquetas de los refrescos no se especifica si contienen azúcar o fructuosa, por lo que la gente no entiende de dónde proviene el endulzante de la bebida que está ingiriendo y por lo tanto no sabe el grado de afectación a su salud.
• Un impuesto del 20% reduciría a 214 mililitros el consumo promedio de refrescos y repercutiría en una disminución del 7% en la prevalencia de obesidad y un 5% en la prevalencia de sobrepeso.
8 octubre 2013. El alto consumo de fructosa —presente en el azúcar de caña y mayor presencia en el jarabe de maíz de alta fructuosa—, ingredientes base de los refrescos en México, contribuye al desarrollo de síndrome metabólico, una combinación de trastornos médicos que, cuando ocurren juntos, aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes.
Así, lo explicó la investigadora de la Universidad de California en Davis, doctora Kimber Stanhope, en el marco del Foro “Los daños a la salud por el consumo de refresco”, convocado por la ALIANZA POR LA SALUD ALIMENTARIA.
De acuerdo con estudios realizados por Stanhope, el consumo de fructuosa promueve, además, el desarrollo de dislipidemia, resistencia a la insulina y adiposidad visceral (grasa dentro de la cavidad abdominal).
En este contexto, Alejandro Calvillo, nuestro director de El Poder del Consumidor, señaló que en México la industria refresquera ha sustituido el consumo de azúcar de caña para utilizar fructuosa de maíz, por lo que actualmente dos terceras partes del endulzante calórico contenido en los refrescos que se consumen en nuestro país, es jarabe de maíz de alta fructuosa y solamente una tercera parte es azúcar de caña.
Stanhope aseguró que tanto México como Estados Unidos tienen un gran problema, pues en las etiquetas de los refrescos no se especifica si contienen azúcar o fructuosa, por lo que la gente no entiende de dónde proviene el endulzante de la bebida que está ingiriendo y por lo tanto no sabe el grado de afectación a su salud.
Asimismo, la doctora Marcia Hiriart Urdanivia, directora del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, dijo que tomar bebidas dulces de manera regular, además de originar grasa abdominal, que produce citocinas, las cuales estimulan a las células beta para ocasionar exceso de insulina, propicia el desarrollo de resistencia a esta hormona, que con el tiempo puede llevar al agotamiento de las células beta y a diabetes tipo 2.
Aseguró que la obesidad y el sobrepeso representan una importante problemática en el mundo, particularmente en México, en donde cerca del 70% de la población padece dichas enfermedades, sin embargo reconoció que se trata de padecimientos prevenibles.
Dijo que de acuerdo con estudios, hay evidencia científica de la relación entre el consumo de azúcar y el aumento de peso en los individuos, así como el riesgo de diabetes, por lo que la problemática en nuestro país sólo podrá controlarse si se mantiene una dieta equilibrada, combinada con actividad física.
A su vez, el doctor Tonatiuh Barrientos, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública, señaló que en la población general, un impuesto del 20% reduciría a 214 mililitros el consumo promedio de refrescos y repercutiría en una disminución del 7% en la prevalencia de obesidad y un 5% en la prevalencia de sobrepeso.
Esto, de acuerdo con los resultados de un modelo matemático desarrollado conjuntamente por el ITAM y la UNAM sobre cambio en el peso (sobrepeso y obesidad) si se implementara un impuesto al refresco, con base en datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012.
Agregó que con el impuesto del 10% la ingesta promedio de estas bebidas sería de 252 mililitros diarios y en 10 años la prevalencia de obesidad y sobrepeso podrían disminuir cada una en un 3%.
En tanto, en el grupo de personas que bebe más de 350 mililitros al día, los cuales ingieren en promedio 882 mililitros diarios de refrescos, la repercusión sería mucho mayor, ya que un impuesto del 30% lograría reducir de 882 a 535 mililitros el consumo promedio, logrando en 10 años una disminución en la prevalencia de obesidad del 23% y de sobrepeso del 29%;
Un impuesto del 20% reduciría a 651 mililitros el consumo promedio de refrescos y repercutiría en un 20% menos en la prevalencia de obesidad y un 18% menos en el sobrepeso, mientras que con el impuesto del 10% la ingesta promedio de estas bebidas sería de 766 mililitros diarios y en 10 años la prevalencia de obesidad y sobrepeso podrían disminuir 8% y 9%, respectivamente, concluyó.
La diputada federal Gloria Bautista ofreció apoyo absoluto a la iniciativa de gravar el consumo de refresco y destinar parte de los recursos a la instalación de bebederos de agua en todas las escuelas de educación básica, y dijo que esta acción ya se está llevando a cabo en algunas escuelas públicas de Oaxaca, por lo que se pronunció porque se apruebe el impuesto a fin de que esto sea realidad en todo el país.
Descarga de archivos
«¿El consumo de azúcares contribuye a la epidemia de enfermedades metabólicas?» ponencia Dra. Kimber Stanhope > descargar (PDF, 3.12 Mb)
«Cambio esperado en el consumo, el peso y la prevalencia de diabetes tras la implementación del impuesto a los refrescos», ponencia Dr. Tonatiuh Barrientos > descargar (PDF, 1.14 Mb)
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