Los 85 más ricos tienen más que los 3.5 mil millones más pobres
• La creciente desigualdad fue identificada como una de las principales amenazas para la economía global en Davos.
• La única entidad para intervenir significativamente en la reducción de desigualdades a nivel nacional es el Estado.
• «La élite mundial está imponiendo políticas de Estado que los favorezcan. Esto está produciendo una desligitimación de la democracia y el Estado», indicó a BBC Mundo el jefe de investigación de Oxfam, Ricardo Fuentes-Nieva.
Marcelo Justo | 22 enero 2014. Un informe de la organización humanitaria Oxfam publicado este lunes aportó una comparación escalofriante: las 85 personas más ricas del planeta ganan lo mismo que los 3,500 millones más pobres.
El hecho no ha pasado desapercibido entre los ricos que, desde el estallido financiero de 2008, están en el banquillo de los acusados.
En la exclusiva cumbre de Davos, Suiza, que congrega a políticos y unas mil multinacionales con un volumen de negocios equivalente a casi la mitad del Producto Interno Bruto (PIN) de Estados Unidos, esta creciente desigualdad fue identificada como una de las principales amenazas para la economía global.
Esta coincidencia de Oxfam y los multimillonarios de Davos es sorprendente y quizás alentadora, pero se presta a una pregunta elemental: si hay acuerdo, ¿por qué no se ha hecho nada para solucionarlo?
El credo de la desigualdad
Las cifras y las fechas dan contexto histórico y dimensión de la desigualdad.
En los últimos 30 años ésta se incrementó en 24 de los 26 países que tienen datos para este periodo que analizó Oxfam.
En la máxima potencia planetaria, Estados Unidos, un salario medio equivalía en 1978 a US$48 mil dólares en valores actuales y el 1% ganaba unos US$390 mil.
En 2010 el sueldo medio había caído a US$33 mil mientras que el del 1% ganaba más de US$1 millón.
Este periodo coincide con la hegemonía del credo neoliberal que promovieron el general Augusto Pinochet en Chile, el presidente estadounidense Ronald Reagan y la primera ministro británica Margaret Thatcher entre la segunda mitad de los 70 y los 80.
Esta ideología que emergió triunfante con la caída del muro de Berlín, reivindica una regulación mínima, libertad absoluta al mercado, retiro del estado de la actividad económica y una disminución de la carga impositiva para los más ricos, a fin de promover el crecimiento económico.
La solución que propone Oxfam a la creciente desigualdad global va exactamente en la dirección opuesta.
«Se necesita un combate global a la evasión impositiva y a los paraísos o guaridas fiscales. Un sistema impositivo más progresista. Un salario digno», indicó a BBC Mundo el jefe de investigación de Oxfam, Ricardo Fuentes-Nieva.
Con esta receta se acaban las coincidencias con las multinacionales de Davos que se han opuesto sistemáticamente a esas medidas.
El Estado incapaz
La única entidad para intervenir significativamente en la reducción de desigualdades a nivel nacional es el Estado, pero para hacerlo necesita fondos con los que financiar inversiones en salud, empleo, educación o seguridad social.
En las últimas décadas la élite mundial, que suele acusar al Estado de todos los males económicos, ha contribuido decisivamente al desfinanciamiento estatal.
Según el Tax Policy Center de Estados Unidos, desde la década de 1970, la carga impositiva bajó para los ricos en 29 de los 30 países en que existen datos disponibles.
En este mismo período el número de paraísos fiscales trepó vertiginosamente hasta las 50 o 60 jurisdicciones, que, según el semanario The Economist, son el destino de unos US$20 millones de millones ―casi el doble del PIB estadounidense.
El director de la ONG Tax Justice Internacional, John Christensen, ilustra el impacto fiscal de los paraísos fiscales.
«A nivel de los individuos la pérdida en ingresos fiscales es de unos US$255 mil millones. A nivel corporativo se produce entre multinacionales que suelen aplicar una política de distorsión de precios. Cuanto menos gana una compañía, menos impuesto paga, de manera que contratan a precios inflados servicios legales o financieros de sus subsidiarias en paraísos fiscales. En el paraíso fiscal pagan poco y nada, y en el país de origen mucho menos de lo que deberían, porque, en teoría, sus ganancias están muy por debajo de la realidad debido a los costos incurridos con sus propias subsidiarias. Para darle una dimensión del tema, el 60% del comercio internacional es entre multinacionales», explicó a BBC Mundo.
Esto facilita distorsiones tragicómicas.
Un edificio en las Islas Caimán, la Ugland House, es la sede oficial de 18 mil compañías. En Estados Unidos, Delaware, cuya población no llega al millón de personas, existen 945 mil compañías, más de una firma por cabeza.
En Reino Unido Google facturó en 2012 más de US$5 mil millones, pero prácticamente no pagó impuestos.
Poderoso caballero es don Dinero
La globalización financiera, la desregulación, la capacidad de mover la producción de un país a otro han convertido a este poder económico en una fuerza capaz de torcer el brazo de los gobiernos.
«La élite mundial está imponiendo políticas de Estado que los favorezcan. Esto está produciendo una desligitimación de la democracia y el estado», indicó a BBC Mundo Ricardo Fuentes-Nieva.
En una encuesta de seis países ―España, Brasil, India, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos―, la mayoría de los entrevistados opinó que las leyes favorecían a los ricos. En el caso de España, la proporción fue abrumadora: ocho de cada 10 personas pensaban así.
Esto llevó a que en su documento Oxfam hiciera un llamamiento a la élite global para que se comporte con responsabilidad.
Llamados de este tipo se vienen haciendo desde hace años. ¿Hay alguna razón para que las cosas cambien?
Según Fuentes-Nieva la profundidad y extensión de la crisis cambia las cosas.
«Estamos ante un peligro de ruptura del contrato social. Esta vez el conjunto de la sociedad, incluída especialmente la clase media, se ha visto afectada. Pero hay que recordar que se trata de políticas públicas que se pueden cambiar. Si no lo hacemos el impacto perjudicará a las mismas élites, porque la creciente exclusión de consumidores puede terminar produciendo una sociedad económicamente esclerótica», señaló a BBC Mundo.
Señales de esclerosis no faltan. La última la proporcionó esta semana un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que advirtió que el desempleo mundial será un 6.1% este año comparado con el 5.5% previo al 2008 y que entre los jóvenes alcanzará el 13.1%.
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Artículo originalmente publicado en BBC Mundo > ir
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