Por una política integral de alimentación y nutrición basada en apoyo a pequeños productores
• Con más de 28 millones de mexicanos viviendo en carencia alimentaria y más de 48 millones con sobrepeso u obesidad, México sufre una de las mayores crisis alimentarias, por la falta de acceso a alimentos frescos y la invasión de comida chatarra.
• Los pequeños productores producen 40% de alimentos nacionales que consumimos a diario.
27 mayo 2015. La falta de una política alimentaria y nutricional integral ha provocado que México esté sumergido en una crisis profunda de malnutrición y pobreza.
Con más de 28 millones de mexicanos viviendo en carencia alimentaria y más de 48 millones con sobrepeso u obesidad, el país sufre una de las mayores crisis alimentarias, creada por una falta de acceso a alimentos frescos y una invasión masiva de comida chatarra.
El gobierno mexicano ha formulado políticas aisladas y contradictorias para atender la demanda de alimentos y enfrentar la crisis de salud: la Secretaría de Desarrollo Social coordina la Cruzada Nacional contra el Hambre, la Secretaría de Salud encabeza la Estrategia Nacional para el Control y la Prevención del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, y la Secretaría de Agricultura diseña una Reforma para el Campo. Sin embargo, ninguna se enmarca en una política integral de alimentación y nutrición que pretenda resolver el principal problema en México: la baja disponibilidad y acceso a alimentos saludables, como son las verduras, frutas, frijoles y otras leguminosas, granos enteros, y a la par reducir el consumo creciente de alimentos ultraprocesados.
Estas políticas públicas no reconocen que México es uno de los países de mayor diversidad alimentaria y cultural, con una rica tradición culinaria, que se encuentra entre los 12 países que en conjunto albergan entre el 60% y 70% de la biodiversidad total del planeta, y el gran potencial de los pequeños productores que resguardan esta diversidad. Ellos producen alrededor del 40% de los alimentos nacionales que consumimos a diario y son responsables de más del 80% de la diversidad de nuestros alimentos.
Mientras las naciones buscan sistemas agroecológicos, México abandona la milpa, uno de los sistemas agrícolas más diversos y sustentables en el que se pueden sembrar hasta 60 alimentos diferentes. Con sistemas agroecológicos se ha demostrado que la producción de la milpa se puede multiplicar.
En nuestro país, los pequeños productores han sido abandonados, mientras que en otras regiones de América Latina, como Argentina, Brasil y Chile, la pequeña agricultura o agricultura familiar es reconocida y apoyada con numerosos programas, que no sólo apoyan la producción sino que garantizan la comercialización de los productos.
El Estado tiene un papel fundamental en el apoyo a dichos productores, identificando las oportunidades de compra y distribución que abastezcan los programas sociales en lugar de privilegiar a las grandes multinacionales que dominan el mercado de alimentos.
La incorporación de los productores locales y regionales en los programas de desayunos escolares, en los comedores populares y como parte de los productos de la Tarjeta Sin Hambre, representan oportunidades para fortalecer las economías locales, la salud alimentaria y para combatir la pobreza.
El Estado debe regular el mercado de alimentos dominado por intermediarios y monopolios, con el fin de mantener pagos y precios justos a productores y consumidores.
El modelo de agricultura basado en el uso de agrotóxicos y transgénicos no es sustentable y representa una amenaza a la salud, el medio ambiente y la seguridad alimentaria.
Actualmente, sólo se toman en cuenta algunos efectos a corto plazo, pero se omite el riesgo de los daños a largo plazo, por ejemplo, en el caso del etiquetado de los plaguicidas, induciendo la toma de decisiones engañosa.
En México existen alrededor de 100 alimentos orgánicos certificados lo que demuestra que técnicamente es posible, sin embargo, las políticas no favorecen la transición a la agricultura ecológica.
La solución al grave problema de la mala nutrición (tanto desnutrición, deficienicias, sobrepeso u obesidad) está en la atención al campo, particularmente de los pequeños productores, ya que no sólo son proveedores de alimentos saludables sino que también constituyen una población vulnerable, social y nutricionalmente.
Es importante replantear desde el modelo económico hasta la construcción de una propuesta alternativa de relación entre el consumidor y el productor, desde la parcela hasta la mesa.
A continuación, se mencionan las propuestas emitidas durante el foro:
• Garantizar el derecho a la alimentación, mediante el acceso seguro a alimentos denominados estratégicos: frijol, verduras, frutas y hortalizas, maíz, amaranto, pescado, chía, semillas y aguacate.
• Las políticas agroalimentarias deben revalorar al pequeño productor como sujeto productivo, no como objeto de asistencialismo. De igual modo, se debe reconocer el papel de la mujer rural en la producción de los alimentos.
• Gobierno, academia y sociedad en general deben reconocer el importante papel que tiene el pequeño productor en la salud y la economía del país.
• Generar los recursos para fortalecer su producción y establecer los mecanismos para garantizar la comercialización de sus productos.
• Conocer, valorar y proteger nuestras cocinas tradicionales y sus contextos bioculturales.
• Invitar y facilitar el acercamiento entre consumidores urbanos y pequeños productores.
• Promover circuitos cortos basados en la producción local de alimentos para proveer a los distintos programas sociales de abasto que operan en el país. Incluso, se propone la creación de una empresa gubernamental que realice las compras directas a pequeños productores, fortaleciendo la economía local.
• Transitar a una agricultura ecológica que beneficia toda la cadena agroalimentaria además de llevar a cabo una prohibición progresiva de agrotóxicos como recomienda FAO a los Estados.
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