Corporaciones del azúcar y refresqueras han secuestrado la salud pública por más de 50 años

19 septiembre, 2016 | : Prensa, Salud, Salud nutricional

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  • La compra de la ciencia por la industria azucarera, primero, y por la industria refresquera, después, ha secuestrado las políticas de salud pública con graves consecuencias para la población global.
  • La industria refresquera desde los años setenta ha puesto la atención en la actividad física para desviar la atención de la azúcar en sus bebidas como principal causa de las epidemias de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

19 septiembre 2016. La revelación reciente de documentos internos de los años cincuenta y sesenta de la industria azucarera de los Estados Unidos (EEUU), a través de un análisis publicado en la revista científica JAMA Internal Medicine,1 muestra como esta industria desarrolló una intensa estrategia que incluyó la compra de investigaciones con el objetivo de exonerar la responsabilidad del azúcar en las enfermedades coronarias del corazón que se habían convertido en una de las principales causas de muerte. El objetivo de la industria azucarera fue poner toda la responsabilidad en las grasas saturadas y el colesterol en la dieta, haciendo a un lado todos los estudios que señalaban al azúcar como un ingrediente determinante en estas enfermedades.

160919-conflicto-de-interesLa influencia de la industria, a través de los estudios científicos que financió y el cabildeo que desarrolló con las instituciones públicas, determinó la política pública en los EEUU y esto influyó en el resto del mundo por 50 años.

La estrategia de la industria azucarera no sólo centró la atención, de manera exclusiva, en las grasas saturadas y el colesterol, teniendo como resultado la reformulación de productos para volverlos bajos en grasa. Como lo habían advertido sus directivos, la mayor presencia de alimentos bajos en grasa aumentaría el consumo de alimentos ricos en azúcar. La captura de la ciencia y la política pública llevó a reforzar la expansión de los alimentos ultraprocesados y las bebidas con muy altas concentraciones de azúcar a través del mundo. Con la proliferación de estos productos se desarrollaría la epidemia actual de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

La estrategia de la industria azucarera influyó de muchas maneras, como en la elaboración del reporte “El Azúcar en la Dieta del Hombre” que protegió sus intereses en la evaluación sobre la seguridad del azúcar realizada en 1976 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EEUU.

Como lo hizo la industria azucarera a partir de los años cincuenta y sesenta al centrar la atención de las políticas de salud pública en las grasas saturadas y desviar la atención de los daños provocados por el azúcar, la industria refresquera desde los años setenta ha puesto la atención en la actividad física para desviar la atención de la azúcar en sus bebidas como principal causa de las epidemias de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Las autoridades de salud defienden la colaboración con estas empresas y realizan campañas que aparentan promover la salud pública, cuando en realidad están desviando la atención del daño que provocan sus bebidas, centrando la atención en que el problema es sólo de balance energético, promocionando la actividad física.

En 2015 se dieron a conocer documentos internos que demostraban que Coca-Cola había financiado a un grupo de académicos de la Universidad de Carolina para fundar el Global Energy Balance, una iniciativa que aparecía como independiente y que se llamaba así misma “la voz de la ciencia”, quienes se enfocaban en señalar que la epidemia de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares no estaba en lo que se bebe y come sino en la falta de ejercicio.

Meses después del caso del Global Energy Balance, el International Life Science Institute México (ILSI), una institución financiada por la industria de alimentos y bebidas, organizó en México un evento con investigadores estadounidenses para negar el impacto en la salud de las bebidas azucaradas y criticar el impuesto establecido en México a estas bebidas. El grupo de expertos invitados, estaba liderado por el doctor James Rippe quien había recibido 10 millones de dólares de la Asociación de Refinadores de Maíz de los EEUU para establecer que el consumo de azúcares no tenía impactos en la salud cardiovascular. Recordemos que este evento se realizó en 2015, 50 años después de que la industria azucarera había iniciado su estrategia para desviar la atención del azúcar en las enfermedades del corazón. La oficina de ILSI en México, dirigida por un funcionario de Coca-Cola, fue cerrada por decisión de ILSI Internacional.

Como explica el Centro por la Defensa del Interés Público de los EEUU, la estrategia de la industria azucarera ha sido relevada, con los mismos objetivos, por la industria de bebidas azucaradas: “Aunque desde finales de los años setenta las Guías Dietarias de los EEUU han recomendado reducir el consumo del azúcar, esa recomendación fue anulada por las campañas publicitarias multimillonarias de las refresqueras y otras bebidas y alimentos azucarados.”

En el caso de ILSI, es claro el relevo que han hecho las refresqueras a la industria azucarera para desviar la atención del daño que genera este ingrediente, especialmente, cuando es añadido a las bebidas. ILSI, dirigida por un funcionario de Coca-Cola, trajo a México a un mercenario científico pagado por los productores de jarabe de maíz de alta fructuosa.

Las refresqueras ya no culpan a las grasas saturadas, se enfocan en la actividad física, reduciendo todo a un dogma de consumo y gasto de calorías, desviando la atención de los daños del azúcar, en especial, del azúcar en las bebidas. Basta regresar a los años sesenta para darse cuenta que los estudios que mostraban el daño del azúcar nunca se centraron en la obesidad, se centraron en el daño metabólico de este ingrediente.

El financiamiento de la industria, en este caso las refresqueras, se ha dirigido a negar la evidencia de los daños del azúcar en estas bebidas y a pagar estudios para negar que las políticas públicas que se han recomendado para bajar su consumo son efectivas. Este es el caso de México, en que las refresqueras han pagado estudios para negar los efectos del impuesto en la reducción de consumo y tratar de evitar que esta medida fiscal sea implementada como se recomendó originalmente para tener una reducción mayor en consumo: un impuesto del 20%, es decir, de $2 pesos por litro.

Las autoridades contribuyen a este engaño, al centrar sus campañas en el balance energético, en la promoción de la actividad física, contribuyendo a la estrategia de la industria de desviar la atención de la causa principal de estas epidemias de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares: el contenido de azúcar en sus bebidas.

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  1. Sugar Industry and Coronary Heart Disease. A Historical Analysis of Internal Industry Documents. Cristin E.Keams, DDS,MBA; LauraS. Schmidt, PhD, MSW, MOH; Stanton A. Glantz, PhD. JAMA Internal Medicine, 15/9/2016. archinte.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=2548255.

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