Exigen regular publicidad de comida chatarra

7 de julio de 2008. Organizaciones civiles, académicos e investigadores coincidieron en que es necesario regular la publicidad de comida chatarra, en especial la dirigida al público infantil, por sus nocivas consecuencias en la población. Esto ocurrió durante el foro “El impacto de la publicidad televisiva sobre la salud de los niños”, organizado por El Poder del Consumidor.

Asimismo, ponentes y asistentes consideraron indispensable que las autoridades apliquen en forma estricta la normatividad y realicen un monitoreo de esta publicidad y sus impactos sociales, así como que promuevan a escala nacional una cultura de la nutrición.

Publicidad

Fernando García Sais, académico del ITAM y ex director de Publicidad en la Procuraduría Federal de Protección al Consumidor (Profeco), detalló cómo la supuesta actitud “atenta, razonable y perspicaz” del consumidor adulto ante los anuncios es quebrantada por la publicidad engañosa que omite información, o se presenta como si tuviera sustento “científico”, o emplea refinadas estrategias de persuasión. El académico destacó que el impacto de esta publicidad es mucho mayor en la población vulnerable: niños, ancianos y enfermos. Por ello, consideró que la Profeco debe actuar más rápido para sancionar la publicidad engañosa e incluso adoptar medidas preventivas.

Por su parte, Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán, refirió la dramática alteración de los hábitos alimenticios de los mexicanos a partir de los 5 años de edad y cómo se han acentuado dos extremos igualmente nocivos: desnutrición y obesidad, los cuales expresan la carencia de una buena nutrición. Resaltó que el 97% del gasto que realizan los niños en sus escuelas, el cual asciende a 20 mil millones de pesos al año, se concentra en productos de bajo valor nutricional (dulces, refrescos, alimentos chatarra y fritangas). Y por considerar que este problema es fomentado y reforzado por la publicidad, demandó la prohibición de la publicidad de comida chatarra en horario infantil.

En esta demanda coincidió Lourdes Roca, investigadora del Instituto Mora, que fue todavía más lejos: que se prohíba esa publicidad en todos los horarios pues, afirmó, los niños ven televisión a cualquier hora y por lo general son espectadores solitarios, de manera que nadie corrige su primera percepción. Consideró que los impactos de esta situación son alarmantes: cada vez más casos de niños de 4 años de edad con hipertensión o diabetes.

Margarita Griesbah, directora de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia, propuso que, ante la débil actuación del Estado mexicano, la sociedad tome cartas en este asunto y utilice todos los mecanismos legales contra la publicidad engañosa, aunque esto derive en procesos largos y arduos. Esto, dijo, obligará a los organismos públicos a ser eficientes y efectivos, y abrirá la puerta para el desarrollo de leyes sobre temas como el engaño a la infancia.

Karla Ávila, directora ejecutiva de la Comisión Nacional de Autorregulación y Ética Publicitaria (Conar), afirmó que las empresas deben regular su publicidad para garantizar la confianza del consumidor en los mensajes. Señaló que esto se logra no aprovechándose de la credulidad de los niños, no provocándoles ansiedad por el consumo ni creando presión sobre los padres, y respetando los valores culturales. Estas pautas, dijo, han sido incluidas en códigos que están siendo adoptados por algunas empresas en Europa y América. Destacó que para la efectiva autorregulación es necesario, por un lado, desarrollar las habilidades de los niños para entender los mensajes televisivos y, por otro, que los consumidores formen parte de ese sistema.

Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, resaltó la estrategia empleada por las empresas productoras de comida chatarra para manipular al público infantil, desde el factor “nag” (estimularlos para que insistan) hasta inducirles preferencias asociadas a colores, empaques o personajes. Detalló conclusiones de diversos estudios que han analizado estas prácticas y la relación que se ha documentado de a mayor cantidad de anuncios de comida chatarra, mayor obesidad. Por ello, demandó que el gobierno mexicano acate las recomendaciones que han emitido organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, en el sentido de limitar la publicidad de los alimentos chatarra.

Educación nutricional

Gerardo Sauri, director de la Red de los Derechos de la Infancia, consideró un problema la publicidad televisiva, a lo cual añadió que los adultos no siempre cuentan con las capacidades necesarias para dar una buena alimentación a los niños. Esta situación, dijo, se debe a la carencia de políticas públicas para brindar educación nutricional, con lo cual el gobierno mexicano está violando compromisos como la Convención Internacional de los Derechos de los Niños. Ya desde 2006 se le advirtió que debía reducir las persistentes disparidades de nutrición y monitorear el impacto de la publicidad sobre el consumo de alimentos entre los niños.

Lourdes Roca, del Instituto Mora, relató la experiencia de una escuela de un barrio popular donde maestros y padres de familia se unieron para revertir la deformación de los hábitos alimenticios. En principio, prohibieron la venta de alimentos chatarra al interior de la escuela y en sus inmediaciones. Posteriormente organizaron talleres para identificar los contenidos de los alimentos que habitualmente consumían (revisando las etiquetas) y buscaron alternativas nutritivas. Este caso, señaló Roca, ilustra lo que podría ocurrir en todas las escuelas con un plan nacional de educación nutricional.

El doctor Abelardo Ávila consideró indispensable que la sociedad adquiera conciencia de los problemas que está ocasionando la mala nutrición, de la necesidad de proteger a los niños de la calamidad que están padeciendo.

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