20 años de sopas instantáneas
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Una sobredosis de calorías, grasas y sal
Por su bajo precio y su rápida preparación, estos productos son consumidos en tiendas, minisupers, puestos callejeros, cooperativas escolares e incluso en las zonas más apartadas y pobres del país, a donde llegan con las despensas de ayuda. Pero también son adquiridos para consumo doméstico, por aquello de las prisas. Así, las sopas instantáneas, que llegaron a nuestro país en 1988 para ser vendidas como una botana ocasional, se han instalado en la dieta básica de los mexicanos y han desplazado a verdaderos alimentos, como el frijol.
Una investigación realizada por el semanario Día Siete, advertía que para julio de 2005 los mexicanos ya consumían 4.5 millones de vasos de sopa instantánea al día, lo cual entrañaba un riesgo para su salud de la población por los desórdenes alimenticios que esto ocasionaba.
Contra la salud. Por ejemplo, nuestras necesidades diarias de 2 gramos de sodio suelen verse superadas, pues tan sólo un vaso de sopa contiene 1.2 gramos. La ingesta excesiva de sodio produce hipertensión. «Le llaman el asesino silencioso porque no se manifiesta más que en la presión arterial», pero puede ocasionar accidentes vasculares cerebrales, advierte el doctor Héctor Bourges, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de Nutrición.
Las sopas instantáneas representan otra amenaza: «El consumo excesivo de estos productos puede incrementar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes», señala el doctor Eduardo César Lazcano, del Centro de Investigación en Salud Poblacional.
Otro elemento a considerar en las sopas instantáneas es el glutamato monosódico, sustancia que potencia el sabor pero también genera hambre ansiosa, pues bloquea los mecanismos inhibidores del apetito.
«Nuestra salud ya es muy mala… con un 70% de sobrepeso y obesidad en población mayor de 18 años», afirma el doctor Salvador Villalpando, del Instituto Nacional de Salud Pública. Para él, la invasión de las sopas rápidas es literalmente «una epidemia».
Por todo lo anterior, no es recomendable que este producto lo consuman niños, ni mucho menos las personas obesas, diabéticas o hipertensas.
Contra la nutrición. A estos riesgos se suma el casi nulo valor nutricional de estas sopas. La nutrióloga Marcela Amarante considera que, al ser un producto con abundancia de carbohidratos refinados y con bajo aporte de fibra, su consumo regular propicia obesidad y se asocia al riesgo de contraer enfermedades crónico-degenerativas, como la diabetes tipo II. Asimismo, el exceso de sodio puede sobrecargar el trabajo del riñón.
Si lo comparamos con 100 gramos de tortillas, un vaso de estas sopas (de 64 gramos) contiene 30% más kilocalorías, 700% más grasa, carece de fibra y posee 1.2 gramos de sodio (elemento ausente en las tortillas). Pese a ello, las sopas instantáneas han ganado el mercado que han perdido auténticos alimentos como el frijol, cuyo consumo por persona cayó de 18 kilos al año en 1994 a 9.9 kilos en 2003, al tiempo que caía el consumo de maíz en 30%.
Para colmo, análisis de laboratorio revelaron que estas sopas poseen un menor contenido de proteínas del que dice su etiqueta, pero más grasas.
El gran negocio. En 1988, los mexicanos consumían 73 mil 920 sopas a la semana, procedentes de Estados Unidos. En el 2004, la cifra subió a 134 millones 600 mil sopas a la semana, para una venta de 4.5 millones de sopas al día, el 15% del consumo mundial. De hecho, del total de sopas y caldos que exporta Estados Unidos, México compra el 67%.
Las sopas se venden sobre todo en el DF, Estado de México, Guadalajara, Sinaloa y Monterrey. Por sector, son los mexicanos en pobreza extrema de Sinaloa, Nayarit, Sonora, Veracruz y Chiapas los principales consumidores.
La Procuraduría Federal del Consumidor estima que las sopas instantáneas también han desplazado a los tacos y las tortas, especialmente entre las mujeres, a pesar de que todos esos alimentos poseen una carga similar de calorías.
Un falso escándalo. En mayo de 2005 se alertó por la posible inclusión de cárnicos descompuestos en la sopa Maruchan de «carne de res». El escándalo terminó cuando la Secretaría de Salud aclaró que estas sopas no contienen carne, sólo saborizantes.
Maruchan ocupa el 86% del mercado mexicano de sopas instantáneas. El resto lo comparten Knorr, La Moderna, Nissin y marcas libres.
Ante las críticas por el ínfimo valor nutritivo de estos productos, la empresa Maruchan afirma que sólo proporciona lo que la gente desea: sabor, precio y algo práctico.