Publicidad altera alimentación y conducta de niños

Ante fallas de autorregulación empresarial el Estado debe actuar

29 junio 2009. Los alimentos industrialmente procesados con altos contenidos de azúcar, grasas y aditivos trastornan la conducta de los menores. La publicidad de estos productos acentúa estos impactos, además de contribuir a la epidemia de obesidad que padecen los niños mexicanos.

Así lo advierte el documento “Impactos de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Una visión multidisciplinaria”, que fue presentado por El Poder del Consumidor. Este documento será entregado a la Secretaría de Salud como apoyo a la evaluación que esta dependencia realiza del Programa de Autorregulación en Publicidad de Alimentos y Bebidas Infantil (PABI), elaborado por las empresas procesadoras de alimentos y que entró en vigor el primero de enero de 2009.

El documento consta de tres reportes, desde las perspectivas psicoanalítica, de la ingeniería de alimentos y la sociológica.

Lucila Lozoya y María Alejandra de la Garza, psicoanalistas especializadas en la infancia, señalaron: “El daño neurológico y psicológico a consecuencia de un consumo excesivo de químicos se ha vuelto evidente; cada vez se manifiestan con mayor frecuencia en los niños síntomas de ansiedad, irritabilidad, manía, hiperactividad, falta de concentración. Lo cual habla de una descomposición a nivel de mediadores bioquímicos”.

Por su parte, Guiomar Melgar, maestra en Ciencias en Alimentos, afirmó que “cada vez hay mayor evidencia de la asociación entre un alto consumo de azúcar y el Trastorno de Déficit de Atención y la hiperactividad infantil, y que esto se agudiza si al consumo de azúcar se añaden algunos aditivos, muy usados en los alimentos dirigidos al público infantil”.

Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, señaló: “La Secretaría de Salud, al evaluar la publicidad dirigida a la infancia, no puede dejar de tomar en consideración estos elementos, así como la evidencia científica internacional”.

El documento destaca dos aspectos centrales al evaluar la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia y que se configuran como violaciones a los derechos humanos de los niños: el engaño sobre este sector vulnerable y el impacto sobre la salud, aspectos reconocidos por la Organización Mundial de la Salud.

Guiomar Melgar destacó el engaño en que caen los padres de familia que consideran como nutritivos productos con un alto contenido de azúcar, como los cereales para niños y los productos lácteos.

Calvillo resaltó: “La brutal caída en el consumo de frutas, verduras, leguminosas y cereales integrales y el brutal aumento en el consumo de refrescos, azúcar y harinas refinadas es una consecuencia de varios factores y uno de los principales es la publicidad de alimentos y bebidas, especialmente la dirigida a la infancia, ya que deforma los hábitos alimentarios desde temprana edad”.

Y añadió: “La autorregulación no ha modificado el impacto negativo de la publicidad. La Secretaría de Salud tiene el mandato constitucional de proteger la salud y para ello debe regular la publicidad”.